martes, 24 de junio de 2008

Perú: últimos movimientos sociales


En julio de 1999 y enero de 2001 tuvieron lugar las dos Marchas de los Cuatro Suyus, que se oponían a las fraudulentas elecciones de Fujimori. Marcharon organizaciones populares, federaciones estudiantiles, ONGs, grupos de mujeres, asociaciones barriales, partidos políticos, agrupaciones de izquierda, el movimiento obrero e intelectuales y políticos, con demandas de reforma política y económica, luego de la transformaciones neoliberales. Además se reclamaba la reinstauración de gobiernos regionales elegidos democráticamente pero intervenidos por Fujimori. También confluyeron demandas sectoriales de estudiantes y trabajadores. La corrupción del régimen fujimorista, sus violaciones sistemáticas a la ley y a la Constitución fueron factores que influyeron en el descontento popular.

El 12 y 13 de marzo organizaciones populares, la Coordinadora Nacional de Frentes Regionales protagonizaron la Jornada Nacional de Protesta contra el fraude fujimorista en las elecciones del 2000.
El 23 de ese mismo mes se llevó a cabo un paro cívico contra la reelección de Fujimori. Hubo paros regionales, bloqueos de carreteras y marchas en muchos departamentos. Participaron organizaciones de mujeres, de derechos humanos, jóvenes, artistas e intelectuales.
Todas estas marchas minaron la imagen de invulnerabilidad y omnipresencia de Fujimori.

El 6 de abril Fujimori vuelve a ganar las elecciones presidenciales, lo que funcionó como detonante de las grandes manifestaciones que se marcharon en su contra. Las movilizaciones se volvieron prácticamente diarias. Reinaba un clima de hastío en la gente debido al sistema corrupto y poco democrático.
Ante esta situación generalizada, Fujimori declaró que su mandato terminaría al cabo de un año. Las demandas continuaron reclamando castigo a funcionarios corruptos y un nuevo modelo económico menos excluyente. Se dieron la renuncia del vicepresidente y de varios congresistas fujimoristas.
El 19 de noviembre Fujimori termina huyendo del país, presentando su renuncia desde Tokio. Será reemplazado por Valentín Paniagua como presidente provisional, pero las demandas se mantendrán pidiendo que se vayan las autoridades nombradas por Fujimori que todavía se mantenían en sus cargos.
En los últimos cinco años ha habido un aumento de las protestas, conflictos y movilizaciones de mineros, cocaleros o locales –coincidentes con la administración Toledo–, cuyos reclamos se unen en la pretensión de "un Estado que funcione y un gobierno que esté cerca".
Situación del movimiento popular
En Perú existió un importante movimiento de izquierda. Pueden citarse los nombres de Mariátegui y su proyecto socialista para Perú; el antiimperialista Haya de la Torre, fundador del APRA y el reformista Velazco Alvarado. Durante la transición democrática la izquierda cumplió un importante papel, ejerciendo los intelectuales un gran peso ayudando a forjar un importante debate político. El Frente de Izquierda Unida (IU) obtuvo un 30% de los votos en las elecciones municipales de 1983 en las regiones de Cuzco, Lima y Puno. Las organizaciones populares se movilizaban en defensa de los derechos de los trabajadores y de la reforma agraria, demandaban una mayor participación en gobiernos regionales y se pronunciaban en contra de los programas de ajuste propugnados por el FMI y los gobiernos de Belaúnde Terry y Alan García.

Sin embargo los movimientos sociales en Perú no son hoy tan fuertes como lo son en Bolivia los sectores sociales, los sindicatos y los mineros organizados. Hay en el sistema político peruano numerosos partidos, ninguno de los cuales tiene arraigo en la sociedad ni recoge sus demandas y hay paralelamente muchas protestas populares (mineras, cocaleras, entre otras) que no logran ser canalizadas por ninguna organización político partidaria. Con la puesta en marcha del neoliberalismo durante el gobierno de Alberto Fujimori y la sanción de medidas políticas y económicas en sintonía al FMI y al Consenso de Washington, la clase obrera y el movimiento popular fueron derrotados, así como la izquierda en el ámbito electoral y también la intelectualidad. Los enfrentamientos entre Sendero Luminoso y la lucha anti-subversiva dejaron un saldo de 70 mil muertos y 10 mil desaparecidos, de los cuales la mayoría era pobre, campesina y quechua, y una gran parte era de izquierda, destruyendo así los movimientos sociales.

En Perú tuvo lugar un proceso de "desindianización", debido a la urbanización y al éxodo rural. La población "chola" (denominada así por los sectores criollos) ha sido en verdad un agente de cambio muy importante en Perú desde el fin de la segunda Guerra Mundial, pero fue derrotada políticamente por los sucesivos golpes militares y cooptada por el gobierno fujimorista.
La hegemonía cultural de la izquierda fue vencida ante la ofensiva ideológica neoliberal y por el peligro que representa para muchos sectores que siguen asociándola (infundadamente) a la lucha armada de Sendero Luminoso. Todos estos factores contribuyen a explicar la debilidad de movimientos de oposición.

Perú: últimos movimientos sociales (2)


Rearticulación del movimiento popular


Luego de la derrota de Sendero Luminoso hay un proceso de lento desarrollo de estos movimientos sociales. En los últimos tiempos comunidades indígenas, pueblos y ciudades han venido protagonizando diversas luchas en repudio a la clase política, a las grandes empresas, al imperialismo norteamericano, al centralismo (de Lima y de las capitales). El campesinado mantiene luchas reivindicativas, así como la clase trabajadora. Lo que ocurre es que todas estas movilizaciones se dan de manera espontánea, siendo sectoriales y desarticuladas unas de otras, sin una idea o proclama superadora que las aglutine y trascienda a todas, capaz de extender la demanda hacia otros sectores sociales. Incluso el ex-candidato a la presidencia Ollanta Humala reconoce como desafío reunir todos estos movimientos y abrir un espacio político.


Entre la población indígena está creciendo el sentimiento de identidad. Gracias a la influencia de los procesos que se están dando en Bolivia y Ecuador, algunas comunidades campesinas peruanas se están reidentificando como indígenas y se plantean como nuevos movimientos políticos identitarios. Incluso partidos de izquierda están intentando articular un movimiento indígena y la ex -primera dama del gobierno toledista intentó algo similar, manipulando algunos grupos con un discurso de tipo "originario".


La figura de Ollanta Humala
Desde la década del ochenta, en Perú se vota metódicamente por el cambio: debido a que los gobiernos electos defraudan a sus votantes en un régimen muy deteriorado institucional y moralmente, en las elecciones siguientes se votan las alternativas opuestas. En 1990 ganó las elecciones Alberto Fujimori: un desconocido de la política. Si bien llegó a la presidencia a través de medios democráticos conspiró contra la democracia y contra el Estado de Derecho, instaurando una dictadura que duró mucho tiempo, que avaló la corrupción, el conflicto armado y el terrorismo de Estado.


Así es como en el año 2000 triunfó nuevamente un outsider: Alejandro Toledo. Sin embargo su legitimidad no duró mucho ante el intento de llevar adelante políticas impopulares como la privatización de empresas estratégicas tales como las eléctricas, o la firma del TLC con Estados Unidos. Sucesivas movilizaciones populares casi lo derrocan, pero cumplió todo su mandato gracias al apoyo se Washington.
Durante su mandato hubo un repunte de la economía: crecimiento del PBI, incremento y diversificación de las exportaciones, déficit fiscal e inflación reducidas; sin embargo, esto no se tradujo en mejoras para la población ya que la pobreza no se redujo y las desigualdades sociales avanzaron.


Ollanta Humala se presentó para estas elecciones como el nuevo outsider. Amplios sectores populares, especialmente rurales, lo perciben como defensor de sus intereses y de su cultura. Sin embargo para otros sectores –clases dominantes, empresas mineras y otras grandes empresas– la figura de Humala representa una amenaza para sus intereses.
Algunas de las propuestas de Humala para su candidatura eran: la revisión de los contratos con las empresas trasnacionales, el rechazo a la privatización de los puertos y servicios públicos, revisión del TLC, integración latinoamericana y convocatoria a una Asamblea Constituyente para revisar la Constitución fujimorista de 1993. Pero Humala nunca se pronunció sobre temas como los derechos humanos, las libertades y la estabilidad jurídica.


Lo apoyan los sectores más pobres de la sociedad peruana, mientras la izquierda está dividida y no logra atraer al electorado. En la segunda vuelta para las recientes elecciones presidenciales, obtuvo un 48% del total de los votos. Su partido obtuvo la primera minoría en el Congreso y se impuso en varias regiones.


Sin embargo, Humala desprecia un acercamiento a las organizaciones campesinas combatientes –lo que lo aleja de las similitudes que algunos encuentran con Evo Morales– y si bien defiende públicamente la lucha del movimiento indígena, se coloca ante ellas como el general que debe dirigirlos y mantenerlos a raya. Carece de partido propio y en sus filas pueden verse dirigentes, burócratas y parlamentarios fujimosristas y oportunistas, en medio también de muchas figuras combativas.
Lo cierto es que Ollanta Humala puso en la agenda temas que los otros candidatos preferían no tocar.


La vuelta de Alan García
El gobierno de Alan García de 1985 estuvo signado por la corrupción, la crisis económica, la hiperinflación y la violencia política. Además está acusado de ejecuciones extrajudiciales.
Habiendo logrado ya la revitalización electoral del APRA en el 2001, triunfó en las últimas elecciones del pasado mes de julio, gracias a los votos de Lourdes Flores, la candidata del establishment. Es visto hoy como "el cambio responsable", con propuestas más emprendedoras que las del ultimo gobierno de Toledo, pero menos drásticas que las de Humala: revisión de los contratos mineros, programas sociales, crédito agrario, cuestionamiento del TLC. Sin embargo, a pocos meses de su asunción su gabinete está compuesto por economistas ortodoxos y ya anunció un programa drástico de austeridad pública y apoyó la firma del TLC.